Tuesday, December 04, 2012

Bangkok (ii)

Voy a intentar omitir todas las referencias al jet lag durante estos días, pero podéis imaginar que con 15h de diferencia horaria, no se si es de día, de noche, si toca comer o desayunar. Y a partir de las 3PM solo pienso en irme a dormir. Esto sera así los primeros 2 o 3 días.

A diferencia de otros viajes que he realizado, aquí me va a tocar usar el transporte publico para desplazarme: primero tengo que tomar un metro prácticamente durante todo su recorrido. Una vez en la estación terminal, tengo que tomar un taxi que recorre los 17Km!! que me separan de mi destino. Todo esto sin salir de la ciudad, por supuesto.
En total necesito algo mas de una hora para llegar a mi destino y unos 150baht (35 del billete de metro y el resto para el taxi).

Os ahorrare los detalles laborales de este viaje, que han sido bastante desastrosos, y os diré solo que los dos primeros días llegue tan cansado al hotel que ni siquiera fui a cenar. En el hotel tienen el detalle de dejar una bandeja con 3 manzanas pequeñas cada día. Después de dar buena cuenta de un par, me voy a dormir hasta la mañana siguiente.

Hasta ahora, os puedo contar que los tailandeses son bastante reverenciosos con el saludo, especialmente los que están en la recepción de algún lugar publico. Como contraste, me han parecido bastante maleducados. En el acceso al tren que tomo cada día para ir a trabajar, nadie respeta las colas, por ejemplo.

Los taxistas, como en algunos otros países, primero te preguntan a donde vas, y, si les parece, te llevan.
Afortunadamente he tenido la suerte de que solo me han rechazado una vez. También es cierto que los trayectos que hago son largos y a sitios público con mucho movimiento.

Me ha sorprendido la multitud de razas que conviven en esta ciudad: tailandeses, chinos, malayos (mas morenos y con ojos rasgados), indonesios/indios, unos pocos negros y muy poquitos caucasianos.

Los coches conducen por la izquierda, recuerdo supongo de la antigua ocupación británica en los países de su entorno, aunque, curiosamente, Tailandia nunca fue colonizado por los europeos.

Llega el viernes por la noche y me dispongo a volver al hotel. Desafortunadamente, se nos ha hecho un poco tarde en el trabajo y no hay ningún taxi disponible. Una de mis anfitriones me pregunta si me da miedo ir en moto y le digo que no, así que se pone de acuerdo con un moto-taxi para que me lleve a una avenida cercana y me ayude a conseguir un taxi "de verdad". El tipo es como un render 3D de Popeye, pero en feo. A esto le sumamos un vistoso chaleco reflectante naranja que tienen que llevar para identificarse como moto-taxistas y tenemos el coctel perfecto para que no le pare ni uno de los taxis que me esta ayudando a conseguir. Al final le digo que me lleve el en la moto a la estación de tren y tras regatear un poco nos ponemos de acuerdo en el precio, me da un casco (ahora si merezco casco) y me lleva a mi destino. No tuve miedo real, pero después de bajarme de la moto fui un poco mas consciente de las imprudencias que cometen los motoristas y la poca atención que les prestan los automovilistas. La realidad es que llegue a mi destino mucho mas rápido que si hubiera en un coche.

Una de las cosas que más valora la gente durante los viajes es la comida. La posibilidad de probar la cocina local, con sabores completamente distintos a los que uno esta acostumbrado en su país de origen. En mi caso esto es ligeramente diferente. Cuando voy caminando por la calle de camino al hotel o a la estación de tren, el olor a comida que satura las calles de Bangkok me provoca nauseas y tengo que pasar conteniendo la respiración por delante de dos o tres puestecillos de comida ambulante que ya tengo identificados como "mortales". Independientemente de mi sensibilidad a los olores, el tema de salubridad e higiene publica es algo desconocido para esos auténticos "traficantes" de comida. Supongo que muchos de mis lectores habrán consumido comida de algún puesto similar en algún país del mundo. Yo creo que no lo haré nunca. Afortunadamente para mi, en un centro comercial con la entrada en la misma estación de tren que utilizo cada día, hay un McDonald's que me salva la vida las noches que decido no comer fruta o no tengo ninguna invitación por parte de mis anfitriones.

Después de mi aventura con el moto-taxi, he quedado a cenar con mi anfitrión. Lo que quiero contaros es el curioso sistema de restaurantes que es bastante común aquí: los restaurantes en los centros comerciales están agrupados en lo que en EEUU se denominan "food-courts", es decir, un área común de mesas para los comensales rodeada de muchos restaurantes de especialidades diferentes. Hasta aquí todo es igual. La diferencia consiste en la forma de pago. A la entrada compras una tarjeta con un importe máximo de 1000baht (recordad, unos $30/25eur) en la que se van descontando todo lo que consumes en cualquiera de los restaurantes de esa zona. Una vez terminas, vuelves a pasar por caja para regularizar el importe a tu favor y cada uno a su casa. Lo que me llama la atención es lo parecido que resulta esto a un casino o a un resort "todo incluido" por la ausencia de dinero en las transacciones con los restauradores. No se si eso hace que el cliente piense que la comida es gratis o mas barata o simplemente evita problemas con el manejo del efectivo/tarjetas a los restaurantes.

Para los pocos curiosos que aun estéis leyendo, nos comimos un pollo asado a medias entre los dos, que estaba bastante decente, acompañado por unas patatas fritas que sabían a pescado. Ah claro, diréis, porque han reutilizado el aceite de freír pescado para freír las patatas, direis. Pues no amiguitos, la cocina donde compramos la comida solo cocinaba pollo y no había ni rastro de pescado por allí (creedme si os digo que lo habría sabido). La verdad es que todos los fritos que he comido (no muchos, la verdad): patatas y algún chicken nugget, saben igual, no importa que restaurante sea. Imagino que sera el tipo de aceite, distinto al que conocemos y que le da ese sabor tan especial (y desagradable para mi) a los acompañamientos.

Después de esta cena, me espera un apasionante fin de semana en Bangkok.

Continuara...

1 comment:

  1. ... lo de las comidas... a veces está bien, otras, es un verdadero infierno... cuando me toca ir a Asia, al final, lo que ansío es llegar a casa y comer un pedazo de carne a la plancha con sal... nada más... ni salsas, ni especias, ni alimentos inclasificables... en fin...

    lo del moto-taxi, una vez cogí uno en París... carísimo, pero llegaba tarde al aeropuerto... evidentemente, entiendo que la conducción en París es más tranquila que en Bangkock, pero no me convenció mucho la idea... temí un poco por mi integridad...

    ReplyDelete